El primer paso, el ajuste estático, requiere que el jugador de golf registre sus características físicas, incluida la altura, la medición de la muñeca al piso, la longitud de la mano y la longitud de los dedos. Estas piezas de información le dan al «fitter» una idea de la longitud del palo, el ángulo de inclinación y el tamaño del grip que podrían ser apropiados.

A continuación, el jugador de golf pasa por un ajuste dinámico, que consiste en golpear bolas de golf con una cinta adhesiva adherida al palo. Durante este proceso, el «fitter» observa el movimiento del swing del jugador de golf, su la postura, la velocidad de la cabeza del palo, el nivel de flexibilidad y la trayectoria del swing.

Toda esta información, incluida la ubicación de los golpes en la cara del palo, se usa para ayudar a determinar qué combinación de palo funciona con la capacidad física del individuo.

Después de la adaptación dinámica, sigue una sesión de observación de vuelo de bola en la que el «fitter» trabaja con el jugador de golf en la campo de prácticas, para ajustar con precisión el ajuste del palos.

La curvatura de los tiross, la trayectoria, la distancia de acarreo y las características generales de vuelo se observan y analizan cuidadosamente hasta que tanto el «fitter» como el jugador de golf estén convencidos de que se han determinado las especificaciones adecuadas de cabeza, varilla y grip para un rendimiento óptimo en cada tee.

Finalmente, un proceso de observación continuo, en el cual el jugador de golf observa cuidadosamente su rendimiento con el driver elegido y pasa información al «fitter» sobre sus sensaciones.

Se discute esta información y se pueden hacer los ajustes necesarios para corregir el problema. Esta parte del proceso de adaptación se considera extremadamente importante porque el objetivo de un club ajustado y personalizado es proporcionar un rendimiento óptimo durante un largo período de tiempo.